

Un buen aislamiento reduce el gasto de energía y su desperdicio, lo que por un lado se nota en el bolsillo, por otro en el bienestar y el confort y, por otro más, en el medio ambiente, ya que limitamos las emisiones de CO2.
Claves sobre los puntos de fuga térmicos
Probablemente ya estemos dándole vueltas a la cuestión de los puntos de fuga térmicos de nuestro hogar, y dado ese pensamiento, tenemos que prestar atención a cuatro puntos claves: Aislamiento de cubiertas: Es un asunto más importante si es que vivimos en un chalé o en el último piso de un edificio. El calor sube hacia arriba, pero se escapa por el tejado. Por ello, para evitar que se escabulla, podemos instalar tabiquillos, vigas de maderas, cubiertas ajardinadas, pavimento flotante… Aislamiento de las ventanas: La mejor elección son siempre las ventanas de PVC con doble acristalamiento térmico. Aislamiento de muros: En el caso de que nuestra vivienda se encuentre en un edificio, pero no de los últimos pisos, es el caso de fuga térmica que más nos va a afectar. Para aislar los muros es necesario instalar materiales aislantes térmicos en ellos. Se pueden poner fuera o por dentro, inyectándolos. Entre los materiales con los que nos encontramos para aislar nuestros muros están las lanas minerales, el poliuretano, el poliestireno expandido… Ten presente que estas pequeñas mejoras pueden conseguir que ahorremos un 30% en el gasto energético. En el caso de las ventanas con sistema de doble cristal se reducen las pérdidas de temperatura hasta la mitad, lo que convierte a las ventanas en la primera elección a reformar en muchas ocasiones.